jueves, 9 de septiembre de 2010

ME VOY DE ESTA TIERRA PARA NUNCA MÁS VOLVER

“Me voy de esta tierra para nunca mas volver”… me decías mientras me besabas dulcemente, no se me ocurría nada para responder a tus palabras, solo respondía a tus besos, y te besaba, te besaba como si fuera a morir, te acariciaba y te abrazaba con tanta fuerza como si te encarcelara para que no escaparas, mis ojos se humedecían y no podían contener las lagrimas frías que caían sobre el piso erosionado de tristeza al saber que nunca más volverías a posarte encima de él.
El barrio se enluto con tu partida, te sentían muy de ellos, los niños dejaron de jugar al fútbol, las madres dejaron de lavar las ropas y algunos hombres dejaron de ir a trabajar, los ancianos hacían fuerza para al menos verte por las ventanas sin cortinas, ver como te marchabas y el silencio cobraba vida, tus amigas repudiaron despedirte, no querían, era una pesadilla, y la tristeza se hacía presa de todo el pueblo.
Cada paso que das es como un borrador de mi existencia, veo la frontera a la vuelta de la esquina, muero atrozmente naufragando en una playa sin mar, en donde se encuentran los malditos que han quedado sin corazón.
Mis primeros días sin ti son tristes desde el amanecer, camino por nuestros lugares que llenaste de color y que hoy son nada sin tu presencia, mientras la gente me ve pasar murmura su lamento por la desdicha, me ven con esos ojos que son el monumento a la dama azul de la nostalgia.
Los amigos se me acercan todos los días para manifestar su tristeza y tratar de darme consuelo, el mismo que no tengo desde que partiste.
Llorar y extrañarte, negar la verdad, acariciar los pensamientos de muerte y de suicidio que me da la cobardía de la vida, esperar el correo todos los días mientras el corazón quiere explotar, aunque sepa que nada llegará, ni una sola señal.
No sé si aún estás viva, no sé nada de ti, han pasado tres meses y no das razón de tu camino, no sé que te está pasando, no sé donde debo llamarte o ir a buscarte, no sé si arriesgarme y echarme al mundo, esperar cualquier cosa, inclusive y eso aún más, esperar lo peor.
Nada como la incertidumbre de no saber que es de ti, en una mezcla de desesperación y confusión siento que moriré mientras el cuerpo se debilita, siento el frío mientras la oscuridad ciega mis ojos.
Grito y gimo al acuchillarme el corazón, mientras las estrellas lloran desconsoladas al verme perdido en la angustia y el pavor de arrastrarme por el coraje de la lástima, me muerdo el alma y sangra inconteniblemente, se desgarra el espíritu, ya no sirvo de nada, solo soy un muerto a tientas.

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