jueves, 9 de septiembre de 2010

EL DESTINO ERA LIMA.

El destino era Lima, de eso estábamos seguros, lo habíamos planeado hace 3 meses y hace cuatro nos habíamos conocido, nunca entenderé como pasó este amor tan rápido, ni siquiera ella lo entiende, lo único que hice fue abrir mi corazón a una extraña, a una cantante que compartía los mismos gustos musicales que yo, ella lo hizo igual, y el resultado es el que me lleva desde Ecuador a Lima para encontrarme con esta belleza argentina.
Fue decisión de los dos realizar este viaje, porque no pudimos contenernos en los mensajes al deseo irresistible de encontrarnos y de convertirnos en uno solo como lo habíamos prometido, convertirnos en corazas ante la soledad que nos había carcomido hasta antes de encontrarnos.
Todo comenzó en un encuentro casual en el internet, en los llamados chats y al juntarnos la vida, se encendió una llama llamada esperanza, misma que creí perdida por una pérfida que se la había tragado de un solo bocado, desde ese mismo momento, desde ese encuentro existió una verdadera conexión, sentí que era yo mismo quien estaba detrás del otro computador, era mi alma gemela encontrada por la tecnología, era la unión de dos corazones solitarios y pateados por la misma vida, conjugación de dos canciones tristes en una sola tonada llamada amor.
Yo venía saliendo de una relación muy dura de dos años y medio, una mentira completa, de haber seguido un juego sucio, trampas de una arpía, pero en realidad y sin dejar de lado la verdad, la amaba con todo el corazón, le había entregado todo, toda mi vida, tal si yo fuera de su propiedad procedió a engañarme con cuantos se le cruzaban por su camino, y al enterarme de todo esto, yo procedía a perdonarla escudándome en el amor que sentía por ella, pensando que ella cambiaría. Mis amigos se referían a mí no como bueno que perdona, sino como imbécil iluso, le di tantas oportunidades como un corazón lo puede aguantar, decidí alejarme de su lado, pero aún la necesitaba, aún dependía de ella y lo sabía muy bien, por eso procedía a acosarme, y yo caía seducido entre sus brazos y piernas.
Ya no aguantaba más esa estúpida relación, así que la llamé y sin pensarlo, la traté de ramera, tal vez por este hecho, ha caído muy bajo mi honor de hombre, pero no saben lo que puede hacer un hombre por la desesperación de quitarse de una u otra manera a esa persona que acaba con la vida, tal como ella lo hacía conmigo.
Al final, todo resultó mal, recibí amenazas de muerte de su familia, de sus chicos, tal si hubiesen conformado un sindicato, a más de eso el problema legal. Realmente estaba muy herido y dolido pero había realizado mi acometido, el de hacer que me odie y por ende yo aún más. Pensé que todo había quedado allí, pero me equivoqué, cada momento de mi vida me dedicaba a pensarla y en culparme por lo que le había dicho, por haberla ofendido, no sabía si lo merecía, solo sabía que había actuado de la peor manera.
Andrea había caído en los engaños de su ex conviviente, que una niña le había dejado en sus brazos, al otro lado de la frontera de su país, con un idioma distinto, cuentas que pagar y lo peor de todo, con hambre, esta es Andrea que siempre está al otro lado del computador, cantante de cuarenta y un años, madre de una hermosa niña, solitaria, separada más de un año y medio con su esposo, mujer de un físico bello, de ojos saltones y negros tal si estos fueran perlas negras sacadas del cielo, nariz puntiaguda que de seguro se embellece cada vez más con el resplandor de la luna, de su cuerpo no podría hablar nunca, de este templo de sensualidad sería un pecado mencionarlo.
Mujer llena de carácter, de ternura, golpeada por la vida, mujer fuerte que tuvo que padecer hambre para darle de comer a su hija, mujer que se enfrenta a toda clase de situaciones y de peligros como si fuera la más temible fiera, luchando contra todo y todos, con tal de defender lo suyo.
¿Quién no amaría a esta mujer?
Al fin encontré el amor y el destino de encuentro corporal será Lima, el tres de noviembre de este año, en el sector de Barranco, en el hostal “La Estación” mismo que lo encontramos en el internet, tiene piscina, desayuno gratis y no es muy caro, ya reservamos la habitación, y sólo espero la fecha para atarme a ella en un abrazo, en un beso, en dulces caricias.
Nunca llegó.

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