sábado, 5 de febrero de 2011

HAY UN NIÑO DE AMPARO OCHOA

Hay un niño que ha cambiado
su cabello de madera por un hierro,
una piedra a los dientes,
necesario para borrar esa mancha
que desgarra las aceras, las paredes,
las ventanas, y la música del sol.
Hay un niño que no duerme
porque la edad le ha crecido y
se ha ido como el fuego en estampido,
como un clavo a buscar una mañana
que le suelte las amarras a su barco de papel
y le devuelva su miel.
Hay un niño con la mirada seria y
una dura blasfemia mordiéndole la voz,
hoy los perros que se le han quedado solos y
en un rincón oscuro se empolva un carrusel.
Hoy no hay juegos, la vida es un silbido,
jineteando en el humo cargado de estampidos.
Hay un niño con la ternura rota,
su caricia es un dedo en el disparador,
es por eso que existe un solo modo
de arrebatarle al cielo un puñado de sol,
es por eso que no hay otro camino
que conquistar a tiros la luz del salvador,
la luz del salvador.