lunes, 6 de septiembre de 2010

ECHANDO UNA OJEADA A LA SOMBRA QUE MATA

ECHANDO UNA OJEADA A LA SOMBRA QUE MATA

“Como si la vida se encargara de darte todo, sin ver nada más que tú espanto lleno de color, la esperanza se aferra, el dolor te sacude y vive.
¡Sueñas y claudicas en tu negro corazón!”
BTA

Yo, mi, solo, de soledad pura, la soledad que aqueja la vida de quien escribe, solo de soledad pura, de dolor al caminar, de caminar en el dolor, de llanto enredado en la garganta, llanto seco de respiración contraída y fuerzas bajas, detestable rincón del corazón que te apuñala, sonrisa fingida del alma, ojos enmudecidos de tristeza, vivencia reprimida de la ilusión pasajera, yo sin mí.
Caminar sin saber donde ir, saber que por donde quiera que caminas te sigue el rastro la soledad astuta, y ves nublado el panorama como en una película en blanco y negro, en donde el actor se muere en silencio y desapercibido, porque él lo ha querido así, y luego revive sin querer y vuelve a morir de la misma manera, y así siempre en una película que no tiene final, el sufrimiento de ser parte ilógica de una obra que no quisieras ni tan solo escuchar, esa es mi vida, mi vida de película, con una novia de estreno, esa novia inseparable llamada soledad.
Palabras que se gritan al cielo y se las lleva el viento, viento que desaparece las palabras en el olvido, oídos sordos a mi desesperación, oídos muertos a mis súplicas, súplicas llenas de sufrimiento.
Escuchar los pensamientos de los demás y no encontrar nada, concluyendo que la soledad te lleva al egoísmo, pensando nada más que en ti y en ti como mártir del mundo, sin importar nada ni nadie, ese soy yo, sumido en un rincón de la tristeza y la tristeza arrinconada en mí, como si fuéramos un solo cuerpo y mente empecinados en ser novios sin que demos el brazo a torcer; me abrazo a la ausencia y sin querer darme cuenta me encuentro arrodillado a sus pies, musa de mis noches y mis días, copas todas mis horas sin dejarme respirar.
A cada paso que doy siento el cansancio de la debilidad con la que ha chupado mis entrañas esa novia vestida de negro, me he vuelto zombi en medio de tantos vivos, derrotado sin lágrimas, queriendo llorar sin poder hacerlo, pero también comprendo que de poder hacerlo las calles estarían llenas de llanto eterno como lava fría que contamina a quien toca, volviéndose enfermedad incurable, colapsándose el mundo en un mal sin nombre.
Parte de mi vida jamás contada, espasmo en el estomago, mirada pérdida en un horizonte sin ocaso, envidia destructiva y molestia de existir, agobio de la memoria eterna, nausea de Sartre, pensamiento doloroso, vida sin amor, amor sin saber lo que eres, amor sin encuentro entre nosotros.
Niñez perdida, golpiza de la vida, espalda sangrante, dama blanca violada en la risa, conjetura de una juventud hecha añicos zaratustrianamente, personas galopando con sus mandíbulas en algo que llaman alegría, calma y felicidad.
Perdido en el mundo, mundo que no es para mí, sinceridad que me abre los ojos, que me dice que tampoco hay otro, que es una ilusión, mundo que tiene de todo un poco y puedo comprender que soy tan Schopenhauer como cualquiera, y surte el miedo, ese intentar jugar a lo que no jugué me espanta, seguro acabaré despellejándome la piel, acabando en muerte seca y desconsoladora, teniendo la cierta convicción que estoy enfrascado en el mundo del pánico, miedo y terror, pensando que la gente es perversa, convirtiéndolos en monstruos malignos que quieren hartarse de sangre, volviéndome completamente loco y sin ningún tipo de esperanza de algún día llegar a ver la luz de la felicidad, debiendo apuñalarme el corazón para no sentir este martirio, y aunque duela el alma debo reconocer que no es una fantasía lo que puede ocurrirme, es cierto que suena a enfermedad, y es enfermedad ciertamente.

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