EL PAYASO DE LA TRISTEZA
Hay
mundos tan bizarros como el nuestro, de esto se trata nuestra historia, del
viajero de la tristeza y de la soledad que camina por mundos distintos buscando
algo que le dé la fortaleza para seguir con la tristeza que empaña su alma.
Este
payaso bizarro como tantos en nuestro mundo tiene un arte, el arte de hacer
llorar, pues con su tragicomedia degradante inspira terror y melancolía,
belleza en cada palabra que sale de su nauseabunda boca que se traduce en cada
lágrima de sus espectadores.
No cobra
por su actuación, es más, paga para ser escuchado, incluso lanzó un libro
autobiográfico titulado Ensayos Desesperados y que lo regala para ser leído,
para que la gente se sienta como él.
Se
embriaga para aplacar su sed, y fuma para aplacar el hambre, llora para
condenar al suelo con sus lágrimas que erosionan el piso en el que caen, sonríe
para decir lo estúpido que le parece él, ella o eso, es decir se ríe de lo
molesto que pueden ser algunas ignominias humanas.
Sangra
por las noches de sus grandes fosas nasales, nariz que huele la desesperación
que cada uno emana y lo hace suyo para dar pánico a sus fans de los diversos
mundos en los que habita, espectadores que también detestan la risa y que
desinflan todo intento de alegría.
Payaso
bizarro que es tan ególatra que desestima toda estupidez que provoca la
ignorancia de vulgares humanos que se satisfacen con lo poco que obtienen de
sus miserables vidas sin proyección ni gusto por lo venidero, plagas
chupasangre que se alimentan del otro que se vuelve grande con el estropeo de
la ignorancia.
Humano como
tantos otros que tantas veces se vuelven payasos de los que emanan la razón, la
verdadera existencia.
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