miércoles, 24 de octubre de 2012


EL PAYASO DE LA TRISTEZA


         Hay mundos tan bizarros como el nuestro, de esto se trata nuestra historia, del viajero de la tristeza y de la soledad que camina por mundos distintos buscando algo que le dé la fortaleza para seguir con la tristeza que empaña su alma.  

         Este payaso bizarro como tantos en nuestro mundo tiene un arte, el arte de hacer llorar, pues con su tragicomedia degradante inspira terror y melancolía, belleza en cada palabra que sale de su nauseabunda boca que se traduce en cada lágrima de sus espectadores.

         No cobra por su actuación, es más, paga para ser escuchado, incluso lanzó un libro autobiográfico titulado Ensayos Desesperados y que lo regala para ser leído, para que la gente se sienta como él.

         Se embriaga para aplacar su sed, y fuma para aplacar el hambre, llora para condenar al suelo con sus lágrimas que erosionan el piso en el que caen, sonríe para decir lo estúpido que le parece él, ella o eso, es decir se ríe de lo molesto que pueden ser algunas ignominias humanas.

         Sangra por las noches de sus grandes fosas nasales, nariz que huele la desesperación que cada uno emana y lo hace suyo para dar pánico a sus fans de los diversos mundos en los que habita, espectadores que también detestan la risa y que desinflan todo intento de alegría.

         Payaso bizarro que es tan ególatra que desestima toda estupidez que provoca la ignorancia de vulgares humanos que se satisfacen con lo poco que obtienen de sus miserables vidas sin proyección ni gusto por lo venidero, plagas chupasangre que se alimentan del otro que se vuelve grande con el estropeo de la ignorancia.

         Humano como tantos otros que tantas veces se vuelven payasos de los que emanan la razón, la verdadera existencia.

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